EJERCICIOS ESPIRITUALES DE SAN IGNACIO, Explicados por San Antonio María Claret
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El joven San Antonio Mª Claret había sido admitido en la Compañía de Jesús, pero… Dios tenía otros planes, que años más tarde se manifestaron en la fundación de la Congregación del Inmaculado Corazón de María, cuyos misioneros luego se conocieron por el nombre de claretianos. Fue siempre hijo de la espiritualidad ignaciana; había hecho los Ejercicios cada año desde que entró en el seminario; y luego, durante su vida sacerdotal y episcopal, se había convertido en maestro sin igual de ellos.
Cuando atendió el deseo de tantas almas de facilitarles el libro de los Ejercicios de San Ignacio explicados, ciertamente no podía prever la escasez de maestros espirituales propia de nuestro tiempo. Mucho, por tanto, hemos de agradecer su obsequio, porque hoy no menos que ayer su trabajo didáctico sirve de mil maravillas, aún para aquellas almas que, con ser bien dispuestas, ignoran sin culpa los Ejercicios, obra cumbre de la espiritualidad moderna, pudiendo así—escribe el Santo—con el libro en la mano meditarlos y rumiarlos detenidamente; y no solo para esto, sino tambien para poder hacer tan santos ejercicios por sí mismos, cada cual en su casa, para lo cual—así dice expresamente—sirve mucho el presente libro.

 

Al lector

Plan de las meditaciones

Tiempo y modo de hacer la meditación

El primer acto de cada día

Actos que se han de hacer cada día

Conclusión de la meditación

I.          Medit. De la necesidad de los ejercicios.

II.         Medit. Del fin del hombre.

III.        Medit. De la indiferencia acerca du las cosas criadas.

IV.        Medit. Del pecado de los ángeles y de Adán y Eva.

V.         Medit. De la malicia del pecado.

VI.        Medit. De la 1.ª pena del infierno: pena de daño.

VII.       Medit. De la 2.ª pena del infierno: pena de sentido y su duración.

VIII.      Medit. De la parábola del hijo pródigo.

IX.        Medit. Del fruto quo debe sacarse de las meditaciones anteriores.

X.         Medit. De como debe apartarse de los peligros y ocasiones de pecar.

XI.        Medit. Del pecado venial.

XII.       Medit. De la muerte del justo.

XIII.      Medit. De la muerte del pecador.

XIV.     Medit. Del juicio universal.

XV.      Medit. De la gloria del cielo.

XVI.     Medit. Del reino de Jesucristo.

XVII.    Medit. De la encarnación y nacimiento de Jesus y admirable humildad que practicó en estos misterios.

XVIII.   Medit. De la vida oculta de Jesucristo y de su admirable obediencia.

XIX.     Medit. De la vida pública de Jesucristo, y de su admirable caridad y mansedumbre para con el prójimo.

XX.      Medit. De la conclusión de las meditaciones de la tercera sección, y práctica de virtudes en ellas contenidas.

XXI.     Medit. De las dos banderas, una de Cristo Señor nuestro, sumo capitan, y otra de Lucifer, mortal enemigo de nuestra naturaleza humana

XXII.    Medit. De las tres clases de hombres.

XXIII.   Medit. Del tercer grado de humildad, o sea del amor a los desprecios.

XXIV.   Medit. De las penas interiores de Jesus.

XXV.    Medit. De las penas exteriores du Jesus.

XXVI.   Medit. De las ignominias y penas que toleró Jesucristo.

XXVII.  Medit. Del prodigioso amor que manifestó Jesús en la cruz a sus enemigos.

XXVIII.Medit. De la conclusión de la cuarta sección, o sea de la vía iluminativa, y paso para la vía unitiva.

XXIX.  Medit. De la resurrección de Jesucristo.

XXX.   Medit. Del amor de Dios.

XXXI.  Medit. Del amor y amabilidad de Dios en sí mismo.

XXXII. Medit. De la devoción que debemos tener a María santísima.

XXXIII.Medit. Del amor al prójimo

XXXIV.Medit. Del Santísimo Sacramento.

XXXV.                             Medit. De la perseverancia.

Diferentes distribuciones del tiempo    

Apéndice acerca de la confesión general