ISABEL
DE ESPAÑA, de William Thomas WALSH
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Casi un siglo era incapaz de comprender el espíritu del siglo xv en España, porque, con toda su erudici6n, no sabía dejar de lado los prejuicios anticatólicos. Solamente esforzándonos para entender la concepción que tenía la Reina Isabel de una civilización cristiana podemos comprender el mundo en que nació.
La Reina Isabel fue una mujer con alma de cruzado que cambió el curso de la civilización y el aspecto del mundo entero. El fanatismo y el espíritu guerrero de nuestros antepasados medievales era una necesidad impuesta por la lucha inevitable que constantemente tenian que sostener con enemigos fanáticos y guerreros. España era un campo de batalla desde hacia ochocientos años, una vez que los árabes musulmanes habían recibido una invitaci6n de los judíos de Espana para que se apoderasen de aquel reino cristiano. El complot fué descubierto, y los judíos severamente castigados. Sin embargo, una segunda tentativa triunfó. "Hay un hecho cierto—dice la Enciclopedia judáica—, y es que los judíos, bien directamente o por mediación de sus correligionarios de África, animaron a los mahometanos a conquistar España". Por todas partes donde los invasores iban, los judíos les abrían las puertas de las principales ciudades. Todavía ocho siglos después no existía ni unidad política ni religiosa en España, donde una poderosa minoría de judíos resistía todas las tentativas de asimilación.
Buscar el medio de fusionar estos dos elementos, tan dificiles de mezclar como et aceite y et agua, y formar una unidad capaz de hacer salir el orden del caos y de domar la fortaleza occidental del inmenso frente de batalla del Islam, era la formidable tarea a que se dedicaron, sin éxito, los inmediatos predecesores de Isabel. Semejante empresa parecía necesitar de un genio maravilloso para ser llevada a cabo.
BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA
PRÓLOGO DEL AUTOR
CAPÍTULO I.—De cómo vino al mundo la Princesa Isabel.
CAPÍTULO II.—A los once años, el Rey envía a Isabel a vivir en la Corte más
corrompida de Europa.
CAPÍTULO III.—El Rey ofrece a Isabel en matrimonio al que injuriara a su madre
CAPÍTULO IV.—De cómo Isabel, junto a la tumba de su hermano, rehusa la Corona, y
huye, para salvar su vida, acompañada por un Arzobispo.
CAPÍTULO V.—El amor viene disfrazado de Príncipe Fer¬nando, y el Príncipe
Fernando viene disfrazado de labriego.
CAPÍTULO VI.—La Corte papal. El Papa envía al Cardenal de Borgia para negociar
las paces entre Isabel y el Rey. El hambre y la peste. Cristianos contra judíos.
CAPÍTULO VII.—En el que se trata de la coronación de Isabel como Reina de
Castilla, de unas pequeñas desave¬nencias habidas con su esposo, y de ta guerra
contra Portugal.
CAPÍTULO VIII.—Isabel demuestra que lleva en sí el espíritu que animó a Santa
Juana de Arco.
CAPÍTULO IX.—De cómo Isabel rescató a su hija de la to¬rre de Segovia, e hizo
ver a todos que ya no reinaba don Enrique en Castilla.
CAPÍTULO X.—Isabel asume la dirección de la Orden de Santiago, y entra
triunfalmente con su marido en la ciudad de Toledo.
CAPÍTULO XI.—Isabel da a luz al Príncipe don Juan, y restaura el orden en la
alegre y turbulenta Sevilla.
CAPÍTULO XII.—En el que se trata de los orígenes del Tribunal de la Santa
Inquisición.
CAPÍTULO XIII.—Isabel reorganiza el gobierno, afirma las prerrogativas de la
Corona, y se prepara para la cruzada contra el Musulmán.
CAPÍTULO XIV.—Isabel y Fernando establecen la Inquisi¬ción como supremo recurso
para completar la unificación de España.
CAPÍTULO XV.—Que trata del complot de los conversos de Sevilla.
CAPÍTULO XVI.—El Papa condena los excesos de la Inqui¬sición. Estalla la guerra
contra Granada.
CAPÍTULO XVII.—Nacimiento del cuarto hijo de la Reina. Sangrienta derrota de los
cristianos cerca de Málaga y heroica defensa de Alhama.
CAPÍTULO XVIII.—Surge un grave desacuerdo entre los regios esposos. Termina la
primera fase de la cruzada.
CAPÍTULO XIX.—El Papa se queja a la Reina de la seve¬ridad de la Inquisición. La
Reina nombra Inquisidor a Torquemada.
CAPÍTULO XX.—En el que se trata de cómo la Reina Isabel gustó las hieles de la
derrota.
CAPÍTULO XXI.—Refiérese la historia de un marino italiano que, con una idea
extraña, aparece por primera vez en la Corte.
CAPÍTULO XXII.—Europa peligra ante la ofensiva turca. Y la Reina empeña sus
joyas para salvar en España lacausa de la Cristiandad.
CAPÍTULO XXIII.—Fernando e Isabel vencen en la guerra contra el moro y entran en
triunfo en la ciudad de Granada.
CAPÍTULO XXIV.—Pasean los Reyes por los jardines de la Alhambra y Cristóbal
Colón da comienzo a su maravillosa aventura.
CAPÍTULO XXV.—La crucifixión del Santo Niño de La Guardia apresura la decisión
de Isabel de expulsar a todos los judíos de España.
CAPÍTULO XXVI.—Colón, el poeta, se hace a la vela en el puerto de Palos. El
nuevo confesor de la Reina.
CAPÍTULO XXVII.—En el que se trata de las ambiciones de Carlos VIII de Francia,
y de cómo el Rey Fernando escapó del puñal de un asesino.
CAPÍTULO XXVIII.—Colón regresa triunfal del Nuevo Mundo. El Papa Alejandro VI
evita una guerra. El Rey de Francia invade los Estados de la Iglesia.
CAPÍTULO XXIX.—Fernando e Isabel vencen a Francia y convierten a España en una
gran potencia europea. Sus proyectos matrimoniales para los Infantes, sus hijos.
CAPÍTULO XXX.—Llegan a los Reyes quejas sobre Colón. El matrimonio y la triste
muerte del Príncipe don Juan.
CAPÍTULO XXXI.—Desacuerdos entre la Reina Isabel y el Papa Alejandro VI.
Savonarola. Colón regresa cargado de cadenas de su tercer viaje a las Indias
CAPÍTULO XXXII.—El caballero de Isabel, el Gran Capi¬tán, vence en la segunda
guerra de Italia. Disturbios en Granada. Nueva amenaza de los turcos.
CAPÍTULO XXXIII.—Que trata del matrimonio de la Infan¬ta doña Catalina y del
Príncipe de Gales, y de la última campaña de la Reina Isabel, su enfermedad y su
santa muerte.