LOS MÁRTIRES DE LA IGLESIA, de
Fray Justo Pérez de Urbel
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Pedidos y Pagos
Martirio significa testimonio; no
cualquiera sino aquél que es sellado con la propia vida, con la propia sangre.
El mártir no puede ser sino un gran creyente. Sin embargo, hay multitud de
testimonios estériles, al servicio de un fanatismo cualquiera, de causas
diabólicas al fin y al cabo. Mártir, propiamente dicho, no es sino el católico;
muere por odio a la verdad: la verdad de Cristo, que es la verdad de la Iglesia.
Desde San Esteban una pura línea de sangre cruza la biografía de la Iglesia. No
puede presentarse un hecho histórico cuya universalidad sea tan palmaria. Los
mártires fecundan y sostienen nuestra fe. Es uno de los más bellos dogmas de la
Iglesia.
Ni la era de Diocleciano, con ser violentísima, ni la de Abderramán, cruel y
sañuda, pueden compararse con lo que pasó en España de 1936 a 1939. Pero una
atenta meditación histórico-escatológica vislumbra ya en el horizonte la última
y más insidiosa cosecha de sangre. Por tanto, no es cuestión de cantar al mártir
sino de imitarle, con el testimonio de la fe católica íntegra, testimonio de
sangre.
Poco importa que el odio—organizado—a la Iglesia haya logrado sepultar la
verdad; y menos todavía que haya quienes sigan lanzando calumnias contra las
plumas de los martiriógrafos. Bajo la anécdota, estremecedora o dulce, de los
hechos, Dios amanece.
Introducción 9
I.—El subterráneo fluir de la Sangre de Cristo 27
II.—Dos mujeres 43
III.—El Hermano sordo 59
IV.—Un cura de aldea 75
V.—La mancha de sangre 87
VI.—Nada menos que un niño 97
VII.—Otra vez crucificado 109
VIII.—Un relato textual 121
IX.—Tú tienes que ser la madre de los Macabeos 133
X.—Un belén en los Pirineos 141
XI.—Los sacrificados de Lorca 159
XII.—Un mártir popular 167
XIII.—Dos hermanas 181
XIV.— En un lecho de paja 189
XV.—Un mártir carmelita 201
XVI.—Dos años después : en el mismo sitio 221
XVII.—El mártir ignorado 231
XVIII.—Familias ; Eucaristía 239
XIX.—Pastor de lobos 261
XX.—Doble corona radiante 271
XXI.—Los graves documentos 279
XXII.—La gran vergüenza 307
XXIII.—Tres veces la razón del más fuerte 321
XXIV.—Últimos paisajes de sangre 333
XXV.—Manojo de mártires 341
Epílogo 353
A modo de oración última 367