SEMBLANZAS BENEDICTINAS, de R.P. Justo PÉREZ DE URBEL
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Semblanzas Benedictinas (vol. 1)

Las Semblanzas Benedictinas no deberían faltar en ningún hogar católico, especialmente en esta época aciaga en que la milenaria irradiación de nuestra santa Fe en la cultura, en la sociedad entera, ha cedido a la conculcación, eclipse y hasta confrontación de aquella por la manifestación agresiva y avasalladora de los sindios, mediante la institucionalización multiforme de todo lo que es pecado, blasfemia, contra-naturam.

En los tres volúmenes, dedicados a los santos, monjes ilustres y grandes abadías respectivamente, el insigne autor, hijo genuino de la gran tradición benedictina, logra lo casi imposible, resucitando ante el ojo interior del católico hodierno, huérfano y tuerto, el ahora oculto y hasta vilipendiado splendor veritatis propio de los mil años de Cristiandad que siguieron a la conversión y confesión católica del Imperio Romano.

Quiso Dios enviar a los hijos de San Benito con el mandato de Ora et Labora, y en este orden, sin confusión y sin separación. Hasta sesenta mil han contado los historiadores. Y aque­llos otros santos anónimos, monjes olvidados, donados, oblatos y asociados... ¿Quién podrá contarlos, inclusive los de la pléyade de ramificaciones y refundaciones (Cister, Cluny, Olivetanos, Camaldulenses, etc.)?

INDICE

DEDICATORIA 5
INTRODUCCIÓN 7
San Mauro, Discípulo de San Benito 15
San Ildefonso, Arzobispo de Toledo 21
San Anscario, Apóstol del Norte 27
San Romualdo, Fundador 33
Santa Escolástica, Hermana de San Benito 39
San Benito Aniano, llamado San Benito segundo 49
San Pedro Damiano, Cardenal y Doctor 57
San Leandro, Apóstol de los Visigodos 67
San Rosendo, Arzobispo y Abad 75
Beata Juana M .a Bonomo, Abadesa 83
Santa Gunegundis, Emperatriz 91
San Veremundo, Abad de Hirache 95
Santa Francisca Romana, Fundadora 101
San Gregorio I el Magno, Papa y Doctor 111
Santa Oria, la Emparedada 119
Santa Matilde, Reina de Germania 127
San Raimundo de Fitero, Fundador 133
San Benito, Patriarca de Occidente 139
San Anselmo, Arzobispo y Doctor 149
San Adalberto, Apóstol de Prusia 159
San Hugo el Grande, Abad de Cluny 163
San Roberto, Fundador 169
San Boris, el Rey monje 175
San Máyolo y San Odilón, Abades de Cluny 181
San Pedro Celestino, Papa y Fundador 187
San Dunstán, Obispo y Canciller real 197
San Gregorio VII, Papa, el Monje árbitro de su siglo 207
San Agustín de Cantorbery, Apóstol de Inglaterra 215
El Venerable Beda, Doctor de la Iglesia 223
 

  

 Semblanzas Benedictinas (vol. 2)

La sola Orden de Cluny contaba los monasterios por millares, y la del Císter no le iba en zaga; había monasterios con cientos de prioratos; y abadías con verdade­ras legiones de monjes.

Los hijos de San Benito son toda la Edad Media, que ellos evangelizaron, civilizaron, iluminaron y engrandecieron. Sólo Dios sabe sus nombres, y sus virtudes ocultas, y la influencia de sus obras y de sus oraciones, y la obra gigantesca por ellos realizada.

En los Benedictinos ha cris­talizado con toda su perfección la idea ca­tólica de orden, de distinción, de disciplina, y realmente nadie ha comprendido como ellos aque­llas palabras con que desde sus orígenes saludan el amanecer cada lunes: Laeti bibamus sobriam ebrietatem spiritus.

En su ascética y en su mística, en su arte y en su literatura, en todas las manifestaciones de su actividad natural y de su vida sobrenatural, descubrimos siempre, a través de quince siglos de historia, esta sobria embriaguez, esta moderación entusiasta, que tienen sus orígenes en el espíritu de la Santa Regla, la más sabia, la más discreta de todas, en expresión de San Gregorio Magno.

 

Leyenda del Abad Gwenolé: Un apóstol de Irlanda 7
Beato de Liébana: El campeón antiadopcionista 15
El Maestro Alcuino: Una Academia palatinomona
cal 23
Rabano Mauro: La magna escuela de Fulda 47
Ratberto, Tutilón y Notkero: El triunvirato de San
Galo 67
Leyenda del Abad Brendano: Un viaje por islas mis
teriosas 79
Vigila: El monje miniaturista 93
Roswita de Gandesheim: El ruiseñor del claustro 103
Silvestre II, Papa: Gerberto, el sabio universal 111
Oliva de Ripoll: Los gramatóforos monacales 123
Raúl Gláber: El monje errante de las visiones ma
cabras 131
Guido de Arezzo: El inventor del arte musical 139
El Maestro Lanfranco: El perseguido de la gloria 151
La corona de un Santo: Los artistas del antiguo
Silos 159
Súger, el Canciller: En el más santo feudalismo 175
Abelardo: Un felicísimo pródigo 187
Gonzalo de Berceo: El juglar del román paladino 199
Juan Gersón: El Canciller de la Sorbona 209
El Abad Tritemio: Místico e historiador 213
Tomás Moro: El Canciller mártir de un rey lascivo 219
El Venerable Ludovico Blosio: Mística dulce en un
asceta rígido 225
Fray Bernardo Boil: El ermitaño inquieto 229
García Jiménez de Cisneros: Un monje reformador 235
Pedro Ponce de León: El padre de la tiflología 241
Los Maestros Alvarado y Yepes: El preceptista as
cético y el cronista de la Orden 247
La Madre Angélica: La abadesa de Port-Royal 255
El Cardenal Bona: El Liturgista místico y poeta 265
Elena Lucrecia Piscopia: La prot doctora de Padua 273
El Cardenal Sanz de Aguirre: Un catedrático sal
mantino 277
Mabillon y Rancé: Dos hermanos antagónicos 283
Fray Benito Feijóo: La enciclopedia de los siglos 301
Fray Martín Sarmiento: La modestia del sabio 309
Mekitar Pedro: La luz de Armenia 319
Pío VII, Papa: Baluarte contra Napoleón 325
Domingo de Silos Moreno: Un héroe de la Inde
pendencia 331
Dom Guéranger: La obra de Solesmes 339
Monseñor Ullathorne: El Vicario Apostólico de
Australia 359
Joris Karl Huysmans: Monje oblato en su casa 367
Los hermanos Wolter: La cbra de Beuron 375
Los Padres Serra y Salvado: La evangelización de
Australia387
 

 

Semblanzas benedictinas (vol. 3)

 La disciplina regular, que abraza y ordena suavemente toda la vida del individuo, es amplia cuando determina el ritmo vital del monasterio, garantizado, no sólo por el sentido común individual, sino también por el sentido doblemente común de la comuni­dad. De aquí en las abadías benedictinas una extraordinaria variedad. Con los rasgos comunes, indicio del mismo origen, conserva cada una su fisonomía propia, su inconfundible personalidad.

Por esta razón puede haber también SEMBLANZAS de abadías. En este tercer volumen se perfilan algunos de los tipos de abadías más característicos e indicadores de la vida benedictina, buscando escrupulosamente el hecho histórico, pero haciendo lo posible por descarnarlo para dejar a descubierto su espíritu, y esforzán­dose por realizar aquella creación poética que nadie podrá condenar mientras vaya de las riendas de la verdad histórica.

Existe la abadía colegio y uni­versidad, la Abadía agrícola, la Abadía dedicada a las obras misionales, la Abadía centro de peregrinación, la Aba­día foco de irradiación artística, histórica y cien­tífica; existen hasta las abadías obispados, reminiscencia de los antiguos monjes obispos y misioneros.

 

PRÓLOGO 5
Montecasino 11
Samos 25
Luxeuil 33
Corbie 47
Subiaco 57
Lerins 69
San Pedro de Cardeña 85
Bangor 101
Las Huelgas 111
San Germán de los Prados 125
Veruela 139
Nueva Nursia 153
Nuestra Señora de Montserrat 171
San Galo 183
Yarrow 209
Nuestra Señora de Piedra 227
Alcobaza 237
Santa María de Poblet 245
Claraval 259
Santa María la Real de Nájera 273
Moissac .283
San Benito el Real de Valladolid 295
El Císter 303
Santa María de Huerta 313
Cluny 323
San Salvador de Oña 337
Santa María de Ripoll 351
Fécamp 363
Sahagún 375
San Pedro de Arlanza 391
Reichenau 403
San Salvador de Leyre 419
Fulda 427
Valvanera 435
Fontenelle 445
San Nicolás de la Cogolla 453
Fleury 463
San Juan de la Peña 473
Santo Domingo de Silos483